viernes, 28 de noviembre de 2014

CIEN AÑOS DE PLATERO Y YO DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ 1914-2014



Club de Lectura "Te invito a un café y una buena conversación" de la Biblioteca de Valdelacalzada

Lecturas compartidas

Poesía

La Poesía



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Concepto de poesía:

La poesía aspira, como fin primordial, a la realización de la belleza.  Imposible resulta definirla, porque su concepto escapa a toda fórmula de razonamiento.  Sin embargo, se pueden considerar algunos aspectos o sentidos de la palabra poesía:

a)     Poesía es sinónimo de belleza.  En este sentido amplio, la poesía es       todo lo bello en la naturaleza y en el arte.
b)     Etimológicamente, poesía viene del griego “poíesis”fabricar, crear.  Así           como poeta, del griego “poietés” es inventor.  También antiguamente se llamó al poeta “vate” del latín vates, adivino y “bardo” del céltico barz, autor.  El poeta crea, supera con su fantasía los límites normales de la realidad.  Sin esa facultad creadora no hay poeta posible.

c)      Poesía puede considerarse en sentido de unión de los dos conceptos anteriores; belleza y etimología:  poesía es bella creación. En el sentido literario poesía es la creación de obras esencialmente bellas por medio de la palabra.

d)     En un sentido estricto la poesía es la expresión de belleza por medio del verso, es decir, mediante la palabra sometida a ciertas limitaciones, particularmente ritmo, medida y acentos. Este criterio implica la confusión de la poesía con el verso, tema completamente desacreditado.
Verso y Prosa:

Las formas de elocución son el verso y la prosa, con sus diferencias bien señaladas.

a)     El verso es el lenguaje sometido a un ritmo, que se repite con      regularidad, es decir, con una doble limitación de ritmo y simetría.  Además, la técnica del verso exige un lenguaje especial o poético caracterizado por ciertas licencias o giros propios que van a determinar su simetría o número de sílabas, el ritmo exterior musical que se logra por la distribución de acentos y pausas y la rima que se emplea para robustecer el ritmo exterior con igualdad o semejanza de cadencias finales en los verso.

b)     La prosa es la forma que adopta el lenguaje libremente, sin otro límite que la corrección y la claridad.  En la prosa literaria de elaboración artística se necesita el ritmo.  De ahí la cadencia y musicalidad característica de cierta prosa poética, sin afectar a la esencial libertad de esta forma elocutiva.
Verso y Poesía:


Como la poesía suele expresarse en verso, puede llegarse a confusiones en estos conceptos.  Pero son más sustanciales las diferencias entre estos dos términos.  La poesía es lo espiritual de un contenido de auténtica belleza, el verso es lo material del sonido y de la técnica, la musicalidad del lenguaje                                      rítmico y simétrico.  Lo que sucede es que la forma más frecuente y clásica de la poesía es el verso; pero la poesía no es el verso.  Quedaría incompleta si faltara lo principal:  la sensibilidad de lo bello, la esencia poética cuya forma interna poemática es el estilo poético.












Ojos claros, serenos...

Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.

Tres cosas...

Tres cosas me tienen preso
de amores el corazón:
la bella Inés, el jamón
y berenjenas con queso.

Esta Inés, amantes, es
quien tuvo en mí tal poder,
que me hizo aborrecer
todo lo que no era Inés.

Trájome un año sin seso,
hasta que en una ocasión
me dio a merendar jamón
y berenjenas con queso.

En gusto, medida y peso
no les hallo distinción:
ya quiero Inés, ya jamón,
ya berenjenas con queso.



La más bella niña...

La más bella niña
De nuestro lugar,
Hoy viuda y sola
Y ayer por casar,
Viendo que sus ojos
A la guerra van,
A su madre dice,
Que escucha su mal:

Dejadme llorar
Orillas del mar.

Pues me distes, madre,
En tan tierna edad
Tan corto el placer,
Tan largo el pesar,
Y me cautivastes
De quien hoy se va
Y lleva las llaves
De mi libertad,

Dejadme llorar
Orillas del mar.

En llorar conviertan
Mis ojos, de hoy más,
El sabroso oficio
Del dulce mirar,
Pues que no se pueden
Mejor ocupar,
Yéndose a la guerra
Quien era mi paz,

Dejadme llorar
Orillas del mar.

Váyanse las noches,
Pues ido se han
Los ojos que hacían
Los míos velar;
Váyanse, y no vean
Tanta soledad,
Después que en mi lecho
Sobra la mitad.

Dejadme llorar
Orillas del mar.


Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba...

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.


Y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.









Vivo sin vivir en mí

Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puse en él este letrero:
que muero porque no muero.

Esta divina prisión
del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.          

¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga.
Quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo, el vivir
me asegura mi esperanza.
Muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte,
vida, no me seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero,
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba
es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
si no es el perderte a ti
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.















Miré los muros de la patria mía...

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo; vi que el sol bebía
los arroyos del yelo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

La vida es sueño

¡Ay mísero de mí, ¡ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratais así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito del nacer),
¿qué más os pude ofender,
para castigarme más?
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que no yo gocé jamás?

Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corre con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.


Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me ví.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno obscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de mis plantas puras!

Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!»

¡Y cuánta hermosura soberana:
"mañana le abriremos"  respondía
para lo mismo responder mañana!




8

GLORIA FUERTES
ISLA IGNORADA
Soy como esa isla que ignorada,
late acunada por árboles jugosos,
en el centro de un mar
que no me entiende,
rodeada de nada,
—sola sólo—.
Hay aves en mi isla relucientes,
y pintadas por ángeles pintores,
hay fieras que me miran dulcemente,
y venenosas flores.
Hay arroyos poetas
y voces interiores
de volcanes dormidos.
Quizá haya algún tesoro
muy dentro de mi entraña.
¡Quién sabe si yo tengo
diamante en mi montaña,
o tan sólo un pequeño
pedazo de carbón!
Los árboles del bosque de mi isla,
sois vosotros mis versos.
¡Qué bien sonáis a veces
si el gran músico viento
os toca cuando viene el mar que me rodea!
A esta isla que soy, si alguien llega,
que se encuentre con algo es mi deseo;
—manantiales de versos encendidos
y cascadas de paz es lo que tengo—.
Un nombre que me sube por el alma
y no quiere que llore mis secretos;
y soy tierra feliz —que tengo el arte
de ser dichosa y pobre al mismo tiempo—.
Para mí es un placer ser ignorada,
isla ignorada del océano eterno.
En el centro del mundo sin un libro
sé todo, porque vino un mensajero
y me dejó una cruz para la vida
—para la muerte me dejó un misterio.
Mario Bennedetti
A veces
Por supuesto
Usted sonríe
Y no importa lo linda
O lo fea
Lo vieja
O lo joven
Lo mucho
O lo poco
Que usted realmente
Sea

Sonríe
Cual si fuese
Una revelación
Y su sonrisa anula
Todas las anteriores
Caducan al instante
Sus rostros como máscaras
Sus ojos duros
Frágiles
Como espejos en óvalo
Su boca de morder
Su mentón de capricho
Sus pómulos fragantes
Sus párpados
Su miedo

Sonríe
Y usted nace
Asume el mundo
Mira
Sin mirar
Indefensa
Desnuda
Transparente


Y a lo mejor
Si la sonrisa viene
De muy
De muy adentro
Usted puede llorar
Sencillamente
Sin desgarrarse
Sin desesperarse
Sin convocar la muerte
Ni sentirse vacía

Llorar
Sólo llorar

Entonces su sonrisa
Si todavía existe
Se vuelve un arco iris.
Pablo Neruda
Desdichas del mes de enero cuando el indiferente
Mediodía establece su ecuación en el cielo,
Un oro duro como el vino de una copa colmada
Llena la tierra hasta sus límites azules.

Desdichas de este tiempo parecidas a uvas
Pequeñas que agruparon verde amargo,
Confusas, escondidas lágrimas de los días
Hasta que la intemperie publicó sus racimos.

Sí, gérmenes, dolores, todo lo que palpita
Aterrado, a la luz crepitante de enero,
Madurará, arderá como ardieron los frutos.

Divididos serán los pesares: el alma
Dará un golpe de viento, y la morada
Quedará limpia con el pan fresco en la mesa.



Queda prohibido
Queda prohibido llorar sin aprender
levantarte un día sin saber qué hacer,
tener miedo a tus recuerdos.

Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.

Queda prohibido no demostrar tu amor,
hacer que alguien pague tus deudas y mal humor.

Queda prohibido dejar a tus amigos,
no comprender lo que vivieron juntos,
llamarles sólo cuando los necesitas.

Queda prohibido no ser tú ante la gente,
fingir ante las personas que no te importan,
hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,
olvidar a toda la gente que te quiere.

Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo
cuando puedes,
tener miedo a la vida y a lo que implica
no vivir cada día como si fuera el último suspiro.

Queda prohibido echar a alguien de menos
sin alegrarte, olvidad sus ojos y su risa
todo por que sus caminos han dejado de abrazarse,
olvidar su pasado y pagarlo con su presente.

Queda prohibido no intentar comprender a las personas
pensar que sus vidas valen más que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da,
también te lo quita.

Queda prohibido no buscar tu felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
queda prohibido no pensar que sin ti este mundo no sería igual.

Federico García Lorca
Verde, que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
Y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
Ella sueña en su baranda,
Verde carne, pelo verde,
Con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
Las cosas la están mirando
Y ella no puede mirarlas.
Verde, que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha
Vienen con el pez de sombra
Que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
Con la lija de sus ramas,
Y el monte, gato garduño,
Eriza sus pitas agrias.
Pero, ¿quién vendrá? ¿Y por dónde?
Ella sigue en su baranda,
Verde carne, pelo verde,
Sonando en la mar amarga.
-Compadre, quiero cambiar
Mi caballo por su casa,
Mi montaña por su espejo,
Mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
Desde los puertos de Cabra.
-Si yo pudiera, mocito,
Este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo
Ni mi casa es ya mi casa.
-Compadre, quiero morir
Decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
Con las sábanas de Holanda.
¿No ves la herida que tengo
Desde el pecho a la garganta?
-Trescientas rosas morenas
Lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
Alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
Ni mi casa es ya mi casa.
-Dejadme subir al menos
Hasta las altas barandas,
¡Dejadme subir!, dejadme,
Hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
Por donde retumba el agua.
Ya suben los dos compadres
Hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
Farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
Herían la madrugada.
Verde, que te quiero verde,
Verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
En la boca un raro gusto
De hiel, de menta y de albahaca.
-¡Compadre! ¿Dónde está, dime,
Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
Cara fresca, negro pelo,
En esta verde baranda!
Sobre el rostro del aljibe
Se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
Con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
La sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
Como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
En la puerta golpeaban.
Verde, que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.
Jose Luís Borges
Habré de levantar la vasta vida
Que aún ahora es tu espejo:
Cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
Cuántos lugares se han tornado vanos
Y sin sentido, iguales
A luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
Músicas en que siempre me aguardabas,
Palabras de aquel tiempo,
Yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
Para que no vea tu ausencia
Que como un sol terrible, sin ocaso,
Brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
Como la cuerda a la garganta,
El mar al que se hunde.




Gustavo Adolfo Bécquer
Como se arranca el hierro de una herida
Su amor de las entrañas me arranqué;
Aunque sentí al hacerlo que la vida
¡Me arrancaba con él!


Del altar que le alcé en el alma mía,
La voluntad su imagen arrojó;
Y la luz de la fe que en ella ardía
Ante el ara desierta se apagó.

Aún para combatir mi firme empeño
Viene a mi mente su visión tenaz...
¡Cuánto podré dormir con ese sueño
En que acaba el soñar!
William Sakespeare
Cuando haya muerto, llórame tan solo
Mientras escuches la campana triste,
Anunciadora al mundo de mi fuga
Del mundo vil hacia el gusano infame.
Y no evoques, si lees esta rima,
La mano que la escribe, pues te quiero
Tanto que hasta tu olvido prefiriera
A saber que te amarga mi memoria.
Pero si acaso miras estos versos
Cuando del barro nada me separe,
Ni siquiera mi pobre nombre digas
Y que tu amor conmigo se marchite,
Para que el sabio en tu llorar no indague
Y se burle de ti por el ausente.
Ruben Darío
En medio del abismo de la duda
Lleno de oscuridad, de sombra vana
Hay una estrella que reflejos mana
Sublime, sí, mas silenciosa, muda.
Ella, con su fulgor divino, escuda,
Alienta y guía a la conciencia humana,
Cuando el genio del mal con furia insana
Golpéala feroz, con mano ruda.
¿Esa estrella brotó del germen puro
De la humana creación? ¿ Bajó del cielo
A iluminar el porvenir oscuro?
¿A servir al que llora de consuelo?
No sé, mas eso que a nuestra alma inflama
Ya sabéis, ya sabéis, la fe se llama.
Antonio Machado
Huye del triste amor, amor pacato,
Sin peligro, sin venda ni aventura,
Que espera del amor prenda segura,
Porque en amor locura es lo sensato.
Ese que el pecho esquiva al niño ciego
Y blasfemó del fuego de la vida,
De una brasa pensada, y no encendida,
Quiere ceniza que le guarde el fuego.
Y ceniza hallará, no de su llama,
Cuando descubra el torpe desvarío
Que pedía, sin flor, fruto en la rama.
Con negra llave el aposento frío
De su tiempo abrirá. ¡Despierta cama,
Y turbio espejo y corazón vacío!
Rafael Alberti
Sin dueño, entre las ortigas,
Piedra por pulir, brillabas.
Pie invisible.
Entre las ortigas, nada.
Pie invisible de la ira.
Lenguas de légamo, hundidas,
Sordas, recordaron algo.
Ya no estabas.
¿Qué recordaron?
Se movió mudo el silencio
Y dijo algo.
No dijo nada.
Sin saberlo,
Mudó de rumbo mi sangre,
Y en los fosos
Gritos largos se cayeron.
Para salvar mis ojos,
Para salvarte a ti, qué
Secreto.
Edgar Alan Poe
Las enramadas donde veo
Las enramadas donde veo,
En sueños, las más variadas
Aves cantoras, son labios y son
Tus musicales palabras susurradas.
Tus ojos, entronizados en el cielo,
Caen al fin desesperadamente,
¡Oh Dios!, en mi sombría mente
Como luz de estrellas sobre un velo.
Oh, tu corazón suspiro al despertar
Y duermo para soñar hasta que raya el día
En la verdad que el oro jamás podrá comprar
Y en las bagatelas que sí podría.

Pedro Salinas
Lo que eres
Me distrae de lo que dices.
Lanzas palabras veloces,
Empavesadas de risas,
Invitándome
A ir adonde ellas me lleven.
No te atiendo, no las sigo:
Estoy mirando
Los labios donde nacieron.
Miras de pronto a los lejos.
Clavas la mirada allí,
No sé en qué, y se te dispara
A buscarlo ya tu alma
Afilada, de saeta.
Yo no miro adonde miras:
Yo te estoy viendo mirar.
Y cuando deseas algo
No pienso en lo que tú quieres,
Ni lo envidio: es lo de menos.
Lo quieres hoy, lo deseas;
Mañana lo olvidarás
Por una querencia nueva.
No. Te espero más allá
De los fines y los términos.
En lo que no ha de pasar
Me quedo, en el puro acto
De tu deseo, queriéndote.
Y no quiero ya otra cosa
Más que verte a ti querer.






Actividades Navideñas


Cuenta cuentos y Dibujos

Todos los Martes de 6 a 7 de la Tarde Cuenta cuentos y Dibujos en la Biblioteca de Valdelacalzada.

VII Congreso Nacional de Bibliotecas Publicas en el Palacio de Congreso de Badajoz